11.22.2007

¡Que se quede el infinito sin estrellas!

Antonio Marquet. Universidad Autónoma Metropolitana. México, 2005. Aún hay quien se pregunta con una actitud que apenas esconde inveterados dejos homofóbicos si existe una cultura gay. Pregunta insidiosa que intenta negar la riqueza expresiva de una comunidad que ha sobrevivido a una de las constantes más vergonzosas de la historia humana: la marginación y persecución del homosexual. '¡Que se quede el infinito sin estrellas!: La cultura gay a fin de milenio' es un recorrido en el ocaso del milenio por las amplias avenidas de esa cultura gay, pródiga en realizaciones. En esta exploración, el autor ha privilegiado una dimensión testimonial que le permite acercarse tanto a manifestaciones teatrales, literarias, dancísticas, sin omitir el cine, el video, asistir a marchas o asomarse a las artes plásticas.

El crepúsculo de Heterolandia, Mester de Jotería

El crepúsculo de Heterolandia (UAM, Azc., 2006) es un libro compuesto por ensayos agrupados en diez secciones: I: Reflexiones en torno a la homofobia; II. Aceras salvajes: el verano de 2001 en la cultura gay; III. El Mester de Jotería en la plástica (Zenil, Márquez y Guevara); IV. Proyecciones del Mester de Jotería en la pantalla grande; V. La toma de Heterolandia (San Valentín y la primavera lésbica); VI. Narrativas del Mester de Jotería (Arredondo, Zapata, Parra, Hurtado, Blanco, Quesada, Aira); VII: Los escenarios del Mester de Jotería (Villaurrutia, Berman, Olmos, Ravenhill, Darío T. Pie…); VIII: Imaginación y fantasías vestimentales en Jotilandia; IX. La poesía del Mester de Jotería (Cernuda, Sol de mi antojo, Villaurrutia); X. Vivir en Heterolandia.
Preámbulo y coda: Una reflexión sobre la práctica del cuarto oscuro, (apuntalada por la articulación de sexo express, un sólido grupo de amigos y las dificultades de la constitución de pareja) abre el El crepúsculo de Heterolandia. El libro se cierra con un señalamiento sobre la quimiotización de la comunidad gay (por la proliferación de cirugías estéticas, antirretovirales, ingesta de anabólicos…): tal recorrido enmarcaría la constitución del discurso articulado en torno a la experiencia homosexual en el tercer milenio.
Después de abordar la homofobia y un recorrido por el verano cultural en la ciudad de México en el año 2001, los ensayos que el lector encontrará en El crepúsculo de Heterolandia abordan teatro, cine, artes plásticas, narrativa, poesía, y escritos para pensar el acontecer cultural de la Nación Queer en la ciudad de México desde el año 2000.
Por ejemplo, en el apartado de la “Narrativa del Mester de Jotería” se incluyen textos sobre Inés Arredondo, Luis Zapata (Siete noches junto al mar), la narrativa de Eduardo Antonio Parra, Joaquín Hurtado (Crónica S), José Joaquín Blanco (Postales trucadas). En la sección “El mester de Jotería en la Pantalla grande”, hay ensayos sobre Brokeback Montain de Ang Lee, Exxxorcismos de Jaime Humberto Hermosillo, Monster, En este paraíso no existe dolor… En “La plástica en el Mester de Jotería” se reflexiona sobre a) la articulación de nacionalismo, genitales y representación en la plástica de Nahum Zenil; b) la violencia de la infancia gay a través de los bocetos del pintor Fernando Guevara; c) las “Fragancias” como pretexto mercadotécnico para una crítica de la lógica del mercado en la pintura de Carlos Márquez. Aparecen también en este apartado crónicas de las exposiciones organizadas en el marco de la Semana Cultural Gay.
El lector encontrará así mismo crónicas de las ceremonias de registro de parejas los 14 de febrero, de la marcha del Orgullo LGBT, de las Marchas lésbicas de la Ciudad de México o de la Semana cultura gay en la sección “La toma de Heterolandia”.
En “La escena del Mester de Jotería” está “Yo no soy una chica Almodóvar”; aparece la Putana do Nascimento (Tata) y la Svetlana Shorizova (Carlos Bieletto); la obra Titus Andrónicus, con Tito Vasconcelos, Devastados de Sarah Kane, Fotografías explícitas, Nostalgia de la muerte de Villaurrutia…
Ejercicio de resención y reflexión El crepúsculo de Heterolandia, recurre a la crónica y el ensayo para trazar un perfil de la dinámica de la cultura gay en la ciudad de México. Al mismo tiempo que continuación de ¡Que se quede el infinito sin estrellas! (UAM-Azc, 2001), el libro que lleva por subtítulo Mester de jotería debe considerarse como un panel más de una investigación permanente, work in progress más que como una obra cerrada, aislada.
El crepúsculo de Heterolandia se puede adquirir en la Coordinación de Publicaciones de la UAM-Azcapotzalco con: Lourdes Delgado Reyes : ldr@correo.azc.uam.mx; lourdesdreyes@yahoo.com Web: http://www.azc.uam.mx/csh/publicaciones/
Tel. 5318-9109


Dr. Antonio Marquet (Ciudad de México, 1955). Formado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en el Colegio de México (Programa de Formación de traductores y CEAN), la Universidad de París IV (Sorbonne) y París VI (Jussieu) y el Centro de Investigaciones y Estudios Psicoanalíticos, ha tomado diversos cursos de actualizción en University of California (Berkeley); John Hopkins University (Washington D. C.) y Universidad Pedagógica Nacional (Santa Fe de Bogotá)... Realizó una estancia posdoctoral en la Université de Montréal en 1996-1997. Ha trabajado como profesor de español en la Académie de Versailles en 1985-1987; como profesor visitante en Austin College (1990), en Tulane University (2004-5) y en el Instituto Matías Romero de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Desde 1983 es profesor-investigador en el Departamento de humanidades de la UAM, Azc. Pertenece al SNI, nivel I.

La historia de siempre

La historia de siempre es una novela llena de humor en la que Luis Zapata, el afamado autor de la memorable El vampiro de la colonia Roma, se divierte al retratar las manías, fobias e infidelidades de las relaciones humanas y, en particular, en las relaciones de pareja que llevan algún tiempo establecidas, es decir, la misma historia de siempre, la piedra con la que se vuelve a tropezar, la chancla que se vuelve a recoger. Luego de evaluar los absurdos a los que ha llegado su relación con Bernardo, el protagonista de La historia de siempre, Armando, va a un conocido puerto turístico donde se encuentra con los fantasmas de sus amores hipotéticos pero sobre todo con los posibles que lo hacen dudar de su fidelidad hacia Bernardo. Escrita con agilidad y pulcritud, La historia de siempre también es un diálogo franco y abierto con el lector al que, a lo largo de estas páginas hilarantes, Zapata lleva como en un viaje por varios registros y referencias de la cinematografía mundial. En suma, si de algo se trata La historia de siempre es de reírse de las infidelidades de pareja. De hecho, de eso se trata querido, curioso e hipócrita lector.
Luis Zapata (Chilpancingo, Guerrero, 1951) es narrador, dramaturgo y traductor. Autor de los libros de cuentos: De amor es mi negra pena (1983), Ese amor que hasta ayer nos quemaba (1989) y Siete noches junto al mar (1999) y las novelas: Hasta en las mejores familias (1975), El vampiro de la colonia Roma (1979), De pétalos perennes (1981; también puesta en teatro, y llevada a pantalla grande por Jaime Humberto Hermosillo), Melodrama (1983), En jirones (1985), La hermana secreta de Angélica María (1989), ¿Por qué mejor no nos vamos? (1992), Los postulados del buen golpista (1995) y La más fuerte pasión (1995). También ha dirigido el cortometraje: Regalo de cumpleaños (2000) y en 2006 estrenó su largometraje: Afectuosamente su comadre durante el festival MIX en la Cineteca Nacional.

De su obra se ha dicho:
Hay lectores que conocen más: Zapata es también un supremo artífice de la lengua y de la narración, un experimentador y un aventurero constante, un humorista, un ironista endiabladamente inteligente, un lúdico; y su mundo narrativo conoce muchos registros: de la depresión más negra a la risa loca, de la cotidianeidad a los delirios y los sueños, de la meditación a la farsa. Como podrá apreciar el lector de la reciente La historia de siempre, en Zapata la literatura no es sólo su variado y rico mundo, sino también y sobre todo su expresión verbal y su juego maestro con tramas, episodios y personajes. Un artista verbal y narrativo que sabe embrujar con sus historias, sus laberintos, sus ironías, sus caleidoscopios de minucias cotidianas. En La historia de siempre ocurren un espectáculo y una reflexión de la vida amorosa y cotidiana, hiladas finalmente, con un verismo minucioso iluminado por su humor y su inteligencia. Los mundos y los caos de los individuos y las parejas, de la realidad diaria y de esas fragilísimas realidades que casi nos parecen evanescentes, irreales, en cuanto comprometen también el recuerdo, el deseo, el anhelo, las reflexiones.
-José Joaquín Blanco, Nexos (agosto de 2007)

Toda esa gran verdad

Descubrí otra vez que me aterraba la posibilidad de ser en el fondo heterosexual.” Un Carlo sabe que las botas de hule de Paolo encierran un éxtasis exclusivo, hecho únicamente para él. Lo atrapan, lo enervan, lo transgreden como él a ellas. También sabe que su fetichismo es de por sí un riesgo, y que lo es más en el pueblo lleno de establos donde ambos viven. Por obra y gracia de la cercanía de Paolo, Carlo llega a sentirse como Adán y Eva al mismo tiempo, expulsado no del Paraíso, sino de Dios. Por consejo de Oliver, su iniciador en los misterios corporales, busca robar esas botas para posesionarse de Paolo y estirar esa alegoría hasta convertirla en la doctrina universal desde donde observe el mundo, aunque es muy probable que por ello termine como un paria en su propia tierra y tenga que esconderse cada vez más a fi n de ser medianamente feliz, pues, como Oliver le advierte, no es posible llegar impune a tanta perversión.
Eduardo Montagner(Puebla, 1975). Descendiente de inmigrantes del norte de Italia llegados a México en 1882, escribe tanto en español como en véneto, la lengua minoritaria de sus antepasados. Es licenciado en lingüística y literatura hispánica por la Universidad Autónoma de Puebla. Ha realizado algunas traducciones del japonés y sus trabajos han sido publicados en medios locales impresos y cibernéticos tanto poblanos como italianos. Es autor del volumen de relatos En la postura de mi muerte (1998) y ha sido antologado en la revista Cultura de VeracruZ (2001), en la Antología de narradores en Puebla (2003) y en el libro Veneti nel mondo (2005). Obtuvo el tercer lugar en la novena edición del Concorso Letterario Internazionale in Lingua Veneta “Mario Donadoni”, Sezione Estero (Bovolone, Verona, 2005). En véneto además es coordinador de la antología de relatos Parlar par véneto, víver a Mésico (2005) y autor de la novela Al prim (2006).

6.22.2007

Confesiones de una máscara

Yukio Mishima, RELECTURAS (e) NARRATIVA.
“Todos dicen que la vida es un escenario. Pero la mayoría de las personas no llegan, al parecer, a obsesionarse por esta idea, o al menos no tan pronto como yo. Al finalizar mi infancia estaba firmemente convencido que así era, y que debía interpretar mi papel en ese escenario sin revelar jamás mi auténtica manera de ser. Como esa convicción iba acompañada de una tremenda ingenuidad, de una total falta de experiencia, pese a que existía la constante sombra de duda en mi mente que me hacía sospechar que quizá no estuviera en lo cierto, lo indudable es que todos los hombres enfocaban la vida exactamente como si de una interpretación teatral se tratara. Creía con optimismo que tan pronto como la interpretación hubiera terminado bajaría el telón y el público jamás vería al actor sin maquillaje. Mi presunción es que moriría joven era otro factor que colaboraba a mantener esa creencia. Sin embargo, con el paso del tiempo, ese optimismo, o, mejor dicho, ese
sueño en vigilia, concluiría en una cruel desilusión”.

Yukio Mishima “ Confesiones de una máscara”

La primera novela de Yukio Mishima, “Confesiones de una máscara”, es su obra más dolorosamente autobiográfica y la que, no obstante, más malentendidos y controversia ha sucitado. Ya en su título nos encontramos con dos términos capitales en las modernas teorías sobre la sexualidad y el género, dos vocablos que remiten a dos herramientas epistemológicas capitales para acercarnos a la obra del escritor japonés.
El título en sí mismo es una paradoja y una misteriosa tautología. Se autoinscribe de inmediato en el género de la literatura confesional, “Confesiones”, para seguidamente hacernos chocar con un término antitético un término de redefinición, performance y resistencia, “Máscara”. La literatura confesional traspasa los límites de una modalidad o un género literario para situarse en una modalidad escrita de discurso de configuración, fijación y control de las identidades. Sabemos desde Foucault que el sexo, la sexualidad moderna, no es sólo reprimida sino también incitada a mostrarse, a hablar de sí misma, a confesarse. La modalidad de confesión de la tradición cristiana y de la tradición psicoanalítica va a perfilar una identidad corporeizada y sexualizada que se esablece a través de discursos culturales y estrategias de poder.
Pero este concepto regulador, fijador de verdades sobre el sexo se topa con el término “máscara”, un elemento que subraya el carácter teatral, transitorio y ficticio de las verdades confesadas. ¿Puede una mascara confesarse?. ¿Qué ocultan sus confesiones? ¿Qué oculta la máscara? ¿Quién se confiesa, la máscara o lo que esta oculta? ¿Hay algún rostro detrás de la máscara?.
La feminidad como mascarada ha sido un concepto invocado por teóricas del género como Joan Riviere para referirse a las practicas culturales y estrategias de representación que hacen del género femenino como un todo inteligible y de apariencia coherente. Judith Butler ha invocado a Riviere y al género como re-presentación para referirse a la “performance de género”, a lo que naturaliza el género y el sexo mismo.
En estas estrategias de creación de una identidad la figura de Mishima con su mestizaje de influencias y vitales contradicciones supone un desafío de notable interés por el carácter teatral del que el propio escritor doto a su vida y a su figura pública.
La “hipermasculinidad” y la “vigorexia” del Mishima adulto, un samurai ¿postmoderno? y ultrareaccionario, encuentra en esta novela la condición misma de su inverosimilitud, de su condición performativa.
La transformación del niño sensible y masoquista, homosexual y refinado esteta, en el guerrero del japón tradicional, cabeza visible de un ejercito privado y nostálgico de una inversosimil masculinidad imperial de corte homosocial, nos desvela como ambas figuras son las dos caras de una máscara, dos creaciones y dos ambivalentes discursos de resistencia .
La transformacion de Mishima en “caso clínico” a través de estudios como los de el psiquiatra español Vallejo Najera no son sólo aberraciones de las escuelas psiquiatricas más reaccionarias sino también un pesimo ejercicio de lectura de esta obra maestra de la autoironía que es “Confesiones de una máscara”.

Leyendo a Mishima sin ira

¿Cómo leer hoy a Yukio Mishima? La reciente publicación y/o reedición en castellano de varias de sus novelas más importantes ha hecho más factible el desafío de escribir sobre un autor virulento y difícil, hermético y seductor, y ha hecho sobre todo posible hacerlo evitando los muchos tópicos vertidos sobre su persona y su obra sin ignorar que estos han determinado su lectura, y que muchos de estos lugares comunes tienen su parte de verdad.
Mi fascinación por Mishima escritor ha ido acompañada durante muchos años de una sincera repulsión por el Mishima hombre público. No creo que sea posible resolver esta fisura ni que el propio Mishima busque en su tormentosa trayectoria una reconciliación.
¿Cuáles son las herramientas de las que disponemos hoy para acercarnos “de otra forma” a la figura de Yukio Mishima?. Los estudios de género, los estudios gays o queers, los estudios sobre la masculinidad y los estudios culturales han abierto una brecha importante en el modo de pensar la otredad en la cultura. “El otro” ya no es pensado como subalterno, ni siquiera como alternativo sino como una fractura en el seno mismo de la cultura, una cultura que ya debe ser escrita en minúscula y en plural. Nuevas subjetividades constituyen así sus pripios discursos y no buscan ofrecer otros caminos al discurso tradicional sino que lo subvierten, cuestionando su hegemonía.
Mi primera aproximación a Mishima fue, como la de otros muchos, a través de su leyenda. A finales de los ochenta se estrenó la película de Paul Schrader, su suicidio mass-mediático seguía frsco en la memoria sociocultural y su foto seguía apareciendo en los medios de comuninación. Se mencionaba entre líneas su homosexualidad, como una faceta escabrosa más en una figura exótica y polémica a partes iguales. Su iconografía narcisista respondía al estereotipo de una masculinidad bárbara y brutal lo que contrastaba con la inversión de género que en muchos discursos tradicionales se ha asociado a la homosexualidad. El primer libro que leí “El marino que perdió la gracia del mar” me pareció misteriosamente poético, de un tenso y sublimado homoerotismo y reflejaba una extraña sensibilidad que no se correspondía con su imagen más difundida.
La lectura, casi inmediata, de “Confesiones de una máscara” respondía a algunas de las preguntas planteadas por “El marino...” y planteaba otras muchas interrogaciones. El autor se desnuda en un ejercicio de autobiografía y bildungsroman nada convencional que perturba por su franqueza sexual y su afán desmitificador. Una novela de formación que es también la novela de un extravío, una perversión en el sentido etimológico de la palabra. El comienzo de esta peversión esta construido a través de la superposición de pequeños momentos de crisis espiritual que algunas imágenes e influencias sacuden como un relampago la enfermiza sensibilidad del Mishima niño distinto. La primera sería la desilusión del niño cuando descubre que ese guerrero de hermosas facciones y reluciente armadura es el realidad una mujer, Juana de Arco. El segundo momento de “inversión” surge ante la visión de un joven pocero que trasporta desperdicios. La visión de su torso desnudo provoca en el adolescente un momento de revelación y melancólico enamoramiento. El tercero momento de crisis se produce ante otra imagen, una estampa de San Sebastían en la que el pequeño Mishima descubre la conexión entre el erotismo, el dolor, el amor y la muerte.
Toda la novela está salpicada de momentos de revelación, desilusión y catarsis alternados con reflexiones íntimas sobre el sentido de la propia insitencia y el lugar de este singular artista cachorro en la sociedad y la mentalidad convulsa de su tiempo.
El final abierto del libro es doblemente inquietante. Las obsesiones de este joven esteta no sólo no se han desvanecido sino que se han trasformado en un insoportable sueño de monstruos, un siniestro baile de máscaras, una ceremonia sangrienta.
Eduardo Nabal